Mitt Romney triunfa en la (perversa) sociedad del espectáculo

Jorge Ángel Hernández

Las elecciones primarias de La Florida han dado la victoria al millonario Mitt Romney, luego de haber subido la parada acerca de temas como la injerencia en los asuntos de Cuba y la cuestión del matrimonio abierto. Los debates previos que llevó a cabo con su principal rival en el Partido republicano, Newt Gingrich, lo colocaron delante en el uso propagandístico de lugares comunes de la política agresiva contra Cuba, incluido el tan socorrido del magnicidio y la invasión directa.

La promesa de intensificar los recursos para mantener las obsoletas condiciones del bloqueo económico, comercial y financiero, así como las estrategias de subversión directa en la Isla, no busca tanto un argumento político como un subterfugio que permita mejorar los presupuestos que el Departamento de Estado dedica cada año a esta actividad. El último, de 22 millones de dólares, es sin embargo inferior a los que desde 2006 se habían estado asignando para este mismo acápite. Y, por otra parte, se había exigido por el Congreso que se rindieran informes acerca de la utilización de ese presupuesto en el anterior año fiscal, acción que tuvo que emprender la presidenta del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de EEUU, Ileana Ros-Lehtinen, siempre a la vanguardia de toda campaña injerencista contra Cuba.

Se trata, como es habitual en el sistema de partidos políticos que el capitalismo ha instaurado como garante de pretendida democracia, de una vuelta de tuerca en la puesta en escena de un espectáculo que se consume más por su propia espectacularidad que por sus verdaderas posibilidades de transformación y mejoramiento social. Los presupuestos de Guy Debord se ven perversamente exacerbados por el modelo de democracia representativa que se predica como ideal para el orbe, una vez que la propia condición de millonario —hombre de negocios, triunfador en la sociedad, que puede contagiar con ese aura de triunfo a los votantes—, y su pretendido carisma, son elementos claves de la subida de su popularidad, la cual, dicho sea sin dejar de anotarlo en negro, es apenas de un 31% del total del voto ejercido para la elección del candidato del Partido republicano en La Florida.

Para ese paso en su campaña, Romney incluyó en su equipo a una asesora de origen cubano, Bertica Cabrera Morris, miembro del Consejo de Administración del Colegio Comunitario Valencia, en el Condado Orange (Florida). A saber cómo le puso el panorama de las relaciones con Cuba, y cómo se beneficia del programa injerencista que el Departamento de Estado se empeña en mantener, sin el más mínimo respeto al resultado de las constantes votaciones en Naciones Unidas.

Acerca de ogunguerrero

Oggun, orisha guerrero; con Oshosi, dueño del monte; con Elegguá, domina sobre los caminos. Mensajero directo de Obatalá. Rey de Iré, vaga por los caminos solitario y hostil. Jorge Angel Hernández, poeta, narrador, ensayista (31/8/61)
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Una respuesta a Mitt Romney triunfa en la (perversa) sociedad del espectáculo

  1. Ricardo Riverón Rojas dijo:

    Hermano, aquí en México, donde sabes que estoy, vi por CNN en español el debate de los candidatos republicanos en Florida. Nunca imaginé que esa lid política –que pudiera llevar a uno de sus contendientes a presidente de la nación más poderosa y agresiva del planeta– resistiría ser tratada como un espectáculo de Madonna, o de Shakira, o vaya usted a saber de qué rapero o reguetonero. ¿Pudiéramos calificarlo de postmoderno? ¿O ligth? Pedestre diría yo. La forma en que se atacan y sacan trapos sucios, y la manera en que el público lo asume requerirá de una nueva semiótica para descifrar sus niveles «inexpresividad» y receptividad acrítica. Llega uno hasta a pensar en Ortega y Gasset y sus tesis sobre las masas. Sabes que detesto nuestras mesas redondas, con sus ponentes habituales aburridos y reiterativos, además de que, al parecer «no predican con el ejemplo» de una vida humilde, como las de todos nosotros. Pero lo que vi en CNN rebasa todo lo imaginable. Qué falta hace que la prensa cubana se llene de luz, inteligencia y, al modo del periodista José Martí, abra un verdadero debate de ideas, plural y objetivo. No hay otro modo, creo, de ser diferentes a esos figurines de la «democracia». Un abrazo.

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