Tomo y olvido, mientras espero el vuelto

Jorge Ángel Hernández

La ebriedad desequilibra el comportamiento en sociedad. Y si nos embriagamos de un tema, un sector, una porción, una parcela, o cualquier otro afín sentido, en ese bienvenido empeño de asumir la participación ciudadana, nos adentramos de inmediato en la reconocida fábula india del reconocimiento del elefante por un grupo de ciegos, a la que también José Martí acudiera en su momento.

Me es imprescindible, por ello, no embriagarme del espíritu de riña personal con que he sido contraatacado por la periodista Yasmín Silvia Portales Machado (a quien llamé YSP, en sus iniciales, obviando, por error sin dudas y sin ninguna intención —ninguna intención, de ningún tipo, remacho— su segundo apellido). Tampoco me embriagaré de sus invectivas personales para devolverle otro grupo de frases que se supondrían ingeniosas e hirientes, de modo que la polémica se vicie en las imprecaciones y abandone la esencia que debiera asumir. Menos, embriagarme de la idea de haber abarcado los temas que la sociedad cubana necesita para su transformación, desde su pensamiento intelectual más organizado hasta su praxis social más inmediata y marginada, aun cuando en algunas cosas lo he intentado. (1) Ni de pretender acaparar la estricta verdad sobre cuestiones que con legitimidad nos planteamos una parte importante de cubanos que fuera del ámbito de la Red protagónica observatorio crítico nos hallamos, seamos o no parte de la blogosfera cubana.

Por lo que he leído en ese espacio, tal vez no lo suficiente para un juicio a fondo, me da la sensación de que se actúa a la manera de los grupos de presión capitalistas, insertos en la más convencional idea de sistema de Partidos políticos, ya sea que empleen comportamientos éticos, culturales o de otro tipo como ejemplos, ya que teoricen sobre el sistema de relaciones sociales y su ejercicio político concreto. De ahí que suponga, no sé si con certeza, que, de pasar al poder, revertirían el socialismo en su nombre, con la eficacia de los europeos que lo han hecho y con muchas menos posibilidades de las que la III Internacional mostró, a pesar de su curso posterior, donde no todo fue negrura. Eso me ha hecho desinteresarme y cometer el error de no “monitorear” según corresponde y hasta de no pensar en ellos mientras buscaba los rasgos de la pretendida izquierda. Por las dudas, asumo que, con lo advertido, también podría listarlos en ese casillero, sesgadamente al menos. Una izquierda que, desde la crítica de los problemas que surgen del proceso de transformación social, recula sobre la historia para reinstaurar bases democráticas del capitalismo (dependiente sine qua non) en Cuba.

Voy a acusarme, aun así, de culpable de haber tomado el marxismo como base de mi pensamiento, acaso porque mis primeras interpretaciones no coincidían con las que recibía de la manualización y, sin embargo y a lo largo de mucho trabajo, no podían realizarse sin los clásicos ni, por supuesto, sin los seguidores que alumbran mi camino. Aunque no me siento deudor intelectual únicamente de marxistas, por supuesto, lo cual también ha sido explícitamente advertido en una de mis numerosas polémicas en web por Ramón García Guerra, de la Cátedra Haidée Santamaría, también publicada antes de que fundara Ogunguerrero. Así he participado en los no pocos debates al respecto, siempre desde mi visión personal, sin hablar a nombre de grupos y, tampoco, como representante del proyecto socialista cubano, aún cuando en esa línea me sienta llamado —por decisión personal, individual, y por conciencia de clase— a trabajar.

Las instituciones a las que pertenezco, desde los CDR hasta la UNEAC, suelen preferir que las asuma como un todo (o sea, como una parte inseparable del todo) solo cuando se expresan consensual y colectivamente, desde su punto de vista organizacional, y no cuando desde la individualidad me expreso como autor. En ese punto me distancio, aunque no pocas me representan después de ese distanciamiento. Es un mecanismo de natural lógica holística (¡dos esdrújulas de muy insoportable unión!), una especie de contrato institucional operativo imprescindible para las buenas relaciones, puesto que es imposible conjugar con exactitud de coincidencias cualquier paquete de criterios, siquiera, pongamos por caso, en un grupo tan cerrado como el de la familia. Si no entendemos algo tan simple como esto, ¿cómo vamos a relacionarnos, en armonía polémica, con el resto de la sociedad? ¿Qué tipo de representatividad pueden tener organizaciones, grupos e iniciativas que apenas agrupan unos pocos miembros cuyos preceptos no van de conjunto con la mayoría de los preceptos ciudadanos? La interpretación de la masa, tomando el yo como lo masivo, también de un modo resbalosamente holístico, o metonímico, no define a la masa, ni a la sociedad en cualquiera de sus divisiones.

Y a cuestiones así me refería, y prefiero seguir refiriéndome, en el debate público, al que debíamos acudir con menos pretensión de omnipotencia, menos beligerancia personal, menos egocentrismo. Curiosamente, y para poner un solo ejemplo contrario al de la cuasi obsesiva observación democratizadora que tan maniqueamente homogeniza al otro, cuando en mi propio blog exigí al PCC (Partido Comunista de Cuba), entre otras cosas, humildad, no recibí reacciones, acusaciones ni, siquiera, sospechosos comentarios personales. Es una buena señal de que las cosas cambian a pesar de todo y de que la inclusión se aviene, primero y necesariamente, desde la participación, desde el respeto al otro por diverso que aparezca y, sobre todo, desde el reconocimiento al hecho crucial e imprescindible que es la Revolución triunfante de 1959 y su continuidad. Por eso fui al evento, de lo contrario, hubiese declinado la tentación de responder a la convocatoria para seguir expresándome desde mi punto de vista personal.

Son cuestiones en las que YSPM prefiere no intervenir, “menos generosa” (su propia expresión) que el autor de la cita que para preguntar elige.

De mi respuesta sólo toma, una vez más, lo pequeño, lo inmediato, lo agresivo, lo que a bodega huele (mea culpa de ateo, lo confieso), y no el cuestionamiento justo, que reitero: inclusión del sujeto no es lo mismo que inclusión y protagonismo del yo. Y agrego para esta ocasión: reclamo del yo, en su variable de personalidad, no puede ser, de ningún modo, de representatividad social, cultural, sexual, etcétera.

De ahí que prefiera quedarme a la espera del vuelto, aunque el cantinero de hoy, coincidiendo casi con el borracho, suponga que, por poco o mucho que pueda parecer, lo deba dejar como propina.

(1). Otros posts que Ogunguerrero se ocupan del tema: De las instituciones revolucionarias y su desarrollo dialéctico; Del peligro del economicismo en la transición socialista; De la transversalidad y los lazos verticales en el Estado socialista;

Acerca de ogunguerrero

Oggun, orisha guerrero; con Oshosi, dueño del monte; con Elegguá, domina sobre los caminos. Mensajero directo de Obatalá. Rey de Iré, vaga por los caminos solitario y hostil. Jorge Angel Hernández, poeta, narrador, ensayista (31/8/61)
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